domingo, 19 de abril de 2015

El doble en la fotografía de Daria Endresen.

       
Kevalr 2009

          Recuerdo con claridad algunos sueños que tuve en la infancia:

       "Era de noche y caminaba  basta llegar al  baño. Tras la puerta una nena pequeña sentada en la bañera, tocaba sus rodillas lastimadas con la insinuación de una sonrisa. Pronto levantó la vista para mirarme fijamente a los ojos. Era  yo, en otra niña que encendía un fósforo sobre su cara, la mía, haciéndome despertar"

       Si en el espejo la imagen devuelve un reflejo que nos parece amable ya que creemos dominarla cambiando gestos y  posiciones, en el sueño el doble se anticipa al movimiento, libre de  nuestra  voluntad. Afuera, algo nuestro marcha solo, se nos ofrece ominoso, oculto en lo más cercano y familiar.


Protection 2009


        Daria Endresen es una  joven noruega, fotógrafa digital,  utiliza su propia imagen en la mayoría de las fotocomposiciones que crea. En ellas retorna el mundo interno, donde una belleza oscura toma al cuerpo en su fragmentación  y desdoblamiento. Plagado de imágenes oníricas, espacios aéreos en habitaciones cerradas muestran la armonía clásica de su cuerpo, abierto o suspendido por cuerdas.  Rompe nuestra ilusión del  dominio de una imagen unificada para recordarnos, la muerte, el dolor o la sexualidad.



     Su trabajo cercano a la estética del pintor español  Dino Valls remite a temáticas que dialogan, pero desde otro lenguaje gráfico. Los admiradores de la obra del pintor hallan la recurrencia de una imagen femenina que nos lleva a suponer la existencia de una modelo. Sin embargo Dino Valls  no trabaja con modelos,  sino que a través de imágenes fotográficas ha realizado la construcción de un arquetipo de belleza idealizada. En una entrevista nos cuenta a cambio que algo del encuentro amoroso en su vida se vincula con lo que generó su obra. La mujer amada, real, su pareja, es asombrosamente parecida a esa figura de belleza construida por él durante muchos años. La creación artística precede al encuentro y hasta su nombre: Alicia, coincide con el otorgado a muchas de sus pinturas.

     No se trata de otra cosa el deseo que de reencontrar y reencontrarse en aquello escrito en el código más antiguo, trazas de lo real que el artista transforma en imágenes y  hace hablar eso que llamamos inconsciente.






lunes, 6 de abril de 2015

La escritura del cuerpo en Hélène Cixous

Frida Kahlo - Raíces 1943



"Yo escribo como la niña que aprende a caminar:
ella se precipita, más rápido que ella misma,
como si el secreto de caminar estuviese delante de ella"
H.C.

                 Entre la mujer y la escritura: el cuerpo. Ese “entre” que, lugar, se construye con la palabra. Y la escritura como esa palabra retenida, captada y resignificada, multiplicada para dar cuerpo.

              Ser dicta, ser dicha, enunciar-se desde un cuerpo que transita experiencias que se vuelcan en palabras. El sueño, la angustia, el dolor, el placer: escrituras “viscerales”, cerca del instinto como aquello que da un saber que no pasa por una conciencia empobrecedora que restringe y limita.  Y encuentra la palabra como experimentación, como configuración que despliega.

                Hélène Cixous piensa pero sobre todo siente,  pasa por el cuerpo las palabras, la escritura, el impulso físico de la escritura que involucra ojos, mano, garganta, que repercute y resuena en cada parte del cuerpo.  Sin ser ajena, por ello, a convocar el entendimiento, a comprometer la razón que por una herencia antigua separamos del cuerpo. Se repiensa, reconstruye y experimenta desde la palabra que brota del cuerpo-rio. Metáfora que fluye a una identificación de lo femenino con el agua, con el fluir, con el movimiento: con la vida.



Algunas citas de “la llegada a la escritura” :

                  Escribir: para no dejarle el lugar al muerto, para hacer retroceder al olvido, para no dejarse sorprender jamás por el abismo. Para no resignarse ni consolarse nunca, para no volverse nunca hacia la pared en la cama y dormirse como si nada hubiera pasado...

Mi escritura mira. Con los ojos cerrados.

               ...tal vez he escrito para ver;  para tener lo que nunca hubiera tenido; para que tener no fuese privilegio de la mano que toma y aprieta; la garganta, el estómago. Sino de la mano que señala con el dedo, con dedos que ven, que dibujan, con puntas de dedos que hacen sus trazos bajo el dulce dictado de la visión...

...escribir para tocar letras, labios, soplo, para acariciar con la lengua

                   A veces pienso que empecé a escribir para dar lugar a la pregunta errante que me asedia el alma y me tritura y me taja el cuerpo; para darle suelo y tiempo; para desviar su filo de mi carne; para dar, buscar, llamar, tocar, traer al mundo un nuevo ser que no me ate, que no me expulse, que no perezca de estrechez.

...la carne es la escritura, y la escritura no está leída jamás: está siempre aún por leer, por estudiar, por buscar, por inventar.

                Un cuerpo es siempre sustancia de inscripción, la carne escribe y es dada a leer; y a escribir

...escribir es un gesto del amor...

              En la Escritura el Amor abre el cuerpo sin el cual la Escritura se marchita. En el amor la letra se hace carne amada leída, multiplicada en todos los cuerpos y textos que el amor porta y espera del amor.

Texto: no el rodeo sino la carne en trabajo de amor

               Si escribes mujer, escribes para dar al cuerpo sus Libros de Futuro porque el Amor te dicta tus nuevas génesis. No para llenar el abismo, sino para amarte hasta el fondo de tus abismos. Para conocer, no para evitar. No para superar; para explorar, penetrar, visitar. Donde tú escribes, eso crece, tu cuerpo se despliega, tu piel cuenta sus leyendas hasta ahora mudas.

           Escribir: primero soy tocada, acariciada, lastimada, después busco descubrir el secreto de ese tocamiento para extenderlo, celebrarlo y transformarlo en una caricia distinta.

La vida hace texto a partir de mi cuerpo
el conjunto de lo real trabajado en mi carne.

Continuidad, abundancia, deriva, ¿es esto específicamente femenino? Así lo creo.

                Hundirse en la propia noche, tener con lo que sale de mi cuerpo la misma relación que con el mar, aceptar la angustia de la sumersión. Hacer cuerpo con el río hasta los rápidos  más bien que con la barca, exponerse a este peligro, es un goce femenino.

...lo que quiere fluir es soplo...


                                                                Beatriz Fiotto