domingo, 22 de marzo de 2015

abajo el telón



 
Aurelio Arteta - Lavanderas -1879-1940 España


                     Sube el camino de piedra que bordea las casas, siente la brisa suave en la cara, el  olor de los jazmines en el aire. La mano en el bolsillo acaricia los boletos para el cine.  Lejos, abajo, se ve el mar.
                    
                     Qué cara va a poner cuando le diga que van a ver a Cantinflas,  ya se estrenó "abajo el telón" y ella va a sonreír  y sus redondos ojos negros van a brillar para él. Qué linda estaba la otra noche, cuando caminaban por la playa y ella sostenía la pollera que movía  el viento.  Le contaba de su casa, estaba preocupada por su hermano que no se curaba.  Pálida, seria, abismada. Él  le tomaba la mano y la quería abrazar. ¡Qué contenta se va a poner!  

                  La mano en los boletos. Fernando se acerca a la casa donde ella vive,   construida entre la piedra y el monte, mirando al mar, bañada por el sol. Desde este lugar se ven algunas embarcaciones que colorean el azul.
Mientras la madre cuelga la ropa recién lavada en el patio,  se escucha su voz suave que arrulla cantos

...miña terra ten un mar, que lle bica no costado,
outro peinalle os cabelos e galana vai a frente.
Da escuma branca, que lle mandan os ausentes.
Miña terra, miña nai, dos dous mares...

detrás de la sábana blanca tendida en la soga se trasluce una silueta. La sábana baila entre el canto y la brisa. El cuerpo redondo generoso se agacha, se incorpora con la canción enredada al olor de la ropa limpia, se abre, amplio para tender una camisa, de espaldas: Fernando la mira.

Carmen, ¡buenos días! ¿está Julia?

Carmen se da vuelta muda.  La camisa  en la mano apretada contra el pecho, la otra mano la lleva a la cara:

¡Fernando! ¡Santo Dios!¡ Virgen Santísima! Hijo mío, ¿no te lo dijo?
           
 Fernando siente el aire golpear la sábana en latigazos sordos, escucha lejana la voz que le dice Julia se fue a América,  busca con la mirada el mar, el sol brilla en él y lo ciega, no ve. El viento  golpea sus oídos, la mano en el bolsillo aprieta los boletos, baja la mirada, no se detiene en nada, baja hasta sus zapatos.

Ya baja Fernando el  empinado camino de piedra. No dice nada.


Beatriz Fiotto