miércoles, 17 de diciembre de 2014

El canto de la infancia

Gauguin-Tehamana tiene muchos antepasados 



El canto  de  la infancia

"Explicar con palabras de este mundo
que partió de mí un barco llevándome"
Alejandra Pizarnik



       Se ha pensado la infancia como edad, como etapa, hoy voy a pensar la infancia como lenguaje, sus bordes borrosos, inexactos, convive con otros estadios-lenguajes, se disuelve, se pierde. Puede irrumpir una palabra que hace un vuelo sin escalas a ese lugar, a ese territorio que fue la voz de la madre, su decir cotidiano, su canto, sus modismos. Ese lenguaje que funcionaba en el seno de la noche, del invierno, en el abrigo de sus brazos. Ese lenguaje que se usaba con exclusividad  para ese hijo; entonces  sobreviene el exilio, la extranjería. Nuestras palabras no son nuestra patria, son competencias de otra geografía a la que nunca perteneceremos plenamente; pero en la que nos movemos.
       Con Jamaica Kindcaid  compartimos ese vuelo, ese aterrizaje en la voz de la madre, en la patria:

"Lava la ropa blanca los lunes y ponla a secar en la piedra; lava la ropa de color los martes y ponla en el tendedero; no camines sin sombrero bajo el sol; prepara las frituras de calabaza con aceite dulce caliente; remoja tu ropa pequeña en cuanto te la quites; cuando compres algodón asegúrate de que no tenga goma, sino no aguantara ni la primera lavada; deja remojando el pescado una noche antes de que lo cocines..."

 "...así se barren las esquinas; así se barre toda la casa; así se barre el patio; así se sonríe a los que no te caen muy bien; así se sonríe a los que detestas; así se sonríe a los que te caen bien; así se pone la mesa para el té; así se pone la mesa para la cena; así se pone la mesa si vas a tener un invitado importante para cenar; así se pone la mesa para la comida; así se pone la mesa para el desayuno; así te debes comportar en presencia de hombres que no conoces bien..."

Jamaica nos lleva de la mano por la letanía de consejos de una madre en su cuento "girl". Poco a poco nos invade el color y la música de una tierra, de una época de una tradición: un mandato se trasluce y define con  precisión: un lenguaje que nos sujeta. Jamaica es escritora, es extranjera, su letra vuelve a esa patria: el lenguaje de la infancia. Allí se construye la mujer que reescribe su historia como leemos en su libro "Lucy":

“Mi pasado era mi madre. Podía oír su voz, […] me hablaba en un lenguaje que cualquier mujer puede entender. Era innegable que yo era eso, una mujer. Oh, tenía gracia, me había pasado tanto tiempo diciendo que no quería ser como mi madre, que había perdido de vista lo fundamental: yo no era como mi madre… era mi madre”


Como dice Andrés Ugueruaga sobre el texto de Jamaica:  "Sea cual fuere la causa, la infancia es un país del cual somos exiliados y al que nunca podremos regresar en realidad y como en casi todo exilio adonde vayamos llevaremos con nosotros la impronta y la nostalgia de esa tierra primera.”



Beatriz Fiotto

2 comentarios:

  1. Genial, Bea! Cómo marcan nuestra historia las palabras de una madre! Qué responsabilidad, cuando nos toca el turno de ser madres!
    Un beso

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