viernes, 20 de febrero de 2015

Arquitectura e interioridad: De Bachelard a Hundertwasser

      
             

    
   "Un pintor sueña con casas y una buena arquitectura, en la cual el hombre sea libre
                                       y se haga realidad este sueño”    
                                                                                     Friedensreich Hundertwasser

         

      En “La poética del espacio”  Gaston  Bachelard  piensa la casa, el espacio habitado, como un instrumento para analizar el alma humana. “Examinada desde los horizontes teóricos más diversos, pareciera que la imagen de la casa fuese la topografía de nuestro ser más íntimo”
          Cuando vemos la arquitectura de Hunderwasser  no  imaginamos que es el resultado de un plan de viviendas sociales. En 1977 el Alcalde de Viena le propuso crear un  complejo municipal en el que trabajó en colaboración con  el arquitecto  Joseph Krawina. En sus fachadas reina la ruptura de la simetría, un nuevo orden combina pisos y paredes ondulantes," un piso ondulado es una melodìa para los pies", aberturas irregulares, con un colorido deslumbrante y abundante vegetación.
       ¿Qué  animó a  Hundertwasser en su viaje por la arquitectura creativa?
        Romper con el racionalismo de las cajas prisión, Si Adolp  Loos había bregado por desechar toda ornamentación,  correspondía a este otro austriaco  reparar el daño que el abuso de las cajas-prisiones había generado en la población. Y así lo piensa “La línea recta es la única línea no creativa. La única línea que no se presenta ante el hombre como la imagen de Dios. La línea recta es el verdadero instrumento del demonio. Quien la utiliza, contribuye a la ruina de la humanidad.”
        Hundertwasser considera la casa como una  tercera piel, es el lugar dónde desenvolvemos nuestra existencia más cotidiana. Sueña con dar  libertad al individuo para modificarla, acercándola a  las necesidades de su vida interior. En 1958 escribió “El manifiesto del Enmohecimiento contra el racionalismo en la arquitectura” apostando a que los edificios participen en el ciclo orgánico de la materia, un concepto bioaquitectónico en la que las casas presenten cultivos de moho, ya que este es el origen de la vida vegetal. Y llega aún más lejos: relaciona la frialdad y deshumanización de la arquitectura racionalista con la salud mental, señala que crea condiciones de malestar y alineación,  pudiendo favorecer hasta el  suicidio.
       Se ha dicho que la arquitectura de Hunderwasser se tornó obsoleta. Tensiones entre el racionalismo y las utopías. Quien mira la obra de este creador, entra en un mundo de ensueño y recibe el impulso para sumergirse en  el dominio del color y la curva. Un dinamismo que contagia el deseo de reformar nuestros  espacios y llega a hasta  nuestra interioridad.  
        Quedan entonces las preguntas de Bachelard para continuar el camino:
        "Frente a esas soledades el topoanalista interroga: ¿Era grande la habitación? ¿Estaba muy atiborrada de objetos la guardilla? ¿Era caliente el rincón? ¿De donde venia la luz? ¿Cómo se saboreaban los silencios, tan especiales, de los diversos albergues del ensueño solitario?"
     
                                                                                                                                                                                                                                                   Marìa Victoria Fabre


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