Una aproximación a la fotografía como experiencia física
"El arte es eso mismo
que permite escapar
de lo real"
Ch. Baudelaire
Michael Wolf - Paris Tree Shadows |
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Estoy leyendo "El Acto Fotográfico" y recuerdo
esta anécdota que sucedió hace varios años pero que sólo se hizo presente con
esta lectura:
El hombre viaja en colectivo. En el recorrido toma
fotos. Acerca la cámara a la ventanilla
y va apretando aleatoriamente el
disparador.
El hombre, más tarde, nos muestra sus paisajes monótonos,
grises, serenos y relata que un sábado
nublado, yendo a visitar a su madre,
durante el viaje realiza fotos sin mirar por la cámara. Azarosas.
Un gesto que prescinde de la mirada, del encuadre, de la composición. Un gesto físico: un índice capturando un aquí y ahora cualquiera, como cualquier otro. Lleno de significación quizás por el relato del viaje, por ese viaje al origen, al pasado; duplicando la metáfora que es la fotografía. Ese "esto ha sido" con que Barthes la define.
Un gesto que prescinde de la mirada, del encuadre, de la composición. Un gesto físico: un índice capturando un aquí y ahora cualquiera, como cualquier otro. Lleno de significación quizás por el relato del viaje, por ese viaje al origen, al pasado; duplicando la metáfora que es la fotografía. Ese "esto ha sido" con que Barthes la define.
Señalar, indicar, mostrar un indicio, índice. Pero en este
caso en un señalamiento por el gesto mismo, la imagen es anecdótica. Su relato
de cómo fue realizada la carga de sentido. La imagen es interpretada. Es huella de un real, de un referente y es quizás
en este caso, el gesto de escapar de ese real, de desplazarlo.
La fotografía se vuelve acto físico, corporal, indicación,
señalamiento, huella. La relación es con
el objeto, ni siquiera interviene la vista (no ver), y la relación es de
contacto. Tocar, apretar, repetir. El
sonido más o menos fuerte del instante de
la toma. Es lo que la foto, en su vertiginosa evolución conserva: el
dedo índice disparando, oprimiendo, indicando la toma.
Desde ese momento donde el fotógrafo se inclinaba, cubierto
por una tela negra y con un brazo extendido sostenía un flash y disparaba la
foto generada como un acto social, como un hecho ritual; el fotógrafo conserva
el disparo. Luego fueron las cajas de doble objetivo que requerían un trabajo
meticuloso, de imagen invertida en el
eje vertical, donde el cuerpo, como un caracol sobre la cámara, disparaba
también con el índice. Luego la cámara subió hasta el ojo, el fotógrafo se
irguió y su índice derecho siguió disparando desde allí. Ahora las cámaras
digitales con sus pantallas volvieron a alejar la cámara del ojo, los brazos
bajaron un poco, pero el índice sigue allí. Hasta los novedosos palos para
selfies donde el fotógrafo es a la vez el que realiza la fotografía y el
motivo, el objeto de la misma. Donde la cámara se aleja de ese cuerpo que
modela, que posa, que se muestra, y lo mira. Donde la postura del fotógrafo
está en función de su propia imagen y no de la cámara (inversión de lugares)
allí también hay un botón que el índice dispara.
La foto remota, la foto con tiempo, también fueron disparadas. Desde otro dispositivo o unos segundos antes pero siempre, invariablemente el dedo estuvo allí, señalando, cortando, deteniendo. Inmortalizando o matando.
El ejercicio fotográfico puede prescindir aún de la
mirada. Pero por su naturaleza física, el corte no puede prescindir de ese
índice.
Dice Philippe Dubois en "El
acto fotográfico":
Inútil insistir sobre
la dimensión psicoanalítica, aquí explícita, que enlaza la noción de índex, en
sus dos sentidos, con la del deseo: órgano, deslizamiento, disparador,
voluptuosidad, etcétera. Algo del mismo
trabaja también en la relación amorosa, el cuerpo a cuerpo, que Denis Roche
mantiene con su aparato y con el gesto también llamado de la "Toma":
"En el horror del momento
ineluctable en que el índex curvado y rígido va a apoyarse sobre el disparador
(...) en la brutalidad del golpe del pulgar que hace progresar la película
muesca tras muesca, cosa que siente bien la falange (...) encadenando
desesperadamente foto tras foto, como en esta carrera siempre retenida que hace
que apenas se ha gozado haciendo el amor, no se piense en otra cosa que en
volver a hacerlo, ya tendido hacia el nuevo momento en que la carga, la plena
carga esté en juego una vez más...
Por tanto, en su génesis, el índex fotográfico muestra con
el dedo. Se puede considerar que el índex no es otra cosa que esta potencia
indicativa como tal, pura fuerza designadora "vacía" de todo
contenido.
Beatriz Fiotto
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