Gauguin-Tehamana tiene muchos antepasados |
El canto de la
infancia
"Explicar con palabras de este mundo
que partió de mí un barco llevándome"
Alejandra Pizarnik
Se ha pensado la infancia como edad,
como etapa, hoy voy a pensar la infancia como lenguaje, sus bordes borrosos,
inexactos, convive con otros estadios-lenguajes, se disuelve, se pierde. Puede
irrumpir una palabra que hace un vuelo sin escalas a ese lugar, a ese
territorio que fue la voz de la madre, su decir cotidiano, su canto, sus
modismos. Ese lenguaje que funcionaba en el seno de la noche, del invierno, en
el abrigo de sus brazos. Ese lenguaje que se usaba con exclusividad para ese hijo; entonces sobreviene el exilio, la extranjería. Nuestras
palabras no son nuestra patria, son competencias de otra geografía a la que
nunca perteneceremos plenamente; pero en la que nos movemos.
Con Jamaica Kindcaid compartimos ese vuelo, ese aterrizaje en la
voz de la madre, en la patria:
"Lava la ropa blanca los lunes y ponla
a secar en la piedra; lava la ropa de color los martes y ponla en el tendedero;
no camines sin sombrero bajo el sol; prepara las frituras de calabaza con
aceite dulce caliente; remoja tu ropa pequeña en cuanto te la quites; cuando
compres algodón asegúrate de que no tenga goma, sino no aguantara ni la primera
lavada; deja remojando el pescado una noche antes de que lo cocines..."
"...así se barren las esquinas;
así se barre toda la casa; así se barre el patio; así se sonríe a los que no te
caen muy bien; así se sonríe a los que detestas; así se sonríe a los que te
caen bien; así se pone la mesa para el té; así se pone la mesa para la cena;
así se pone la mesa si vas a tener un invitado importante para cenar; así se
pone la mesa para la comida; así se pone la mesa para el desayuno; así te debes
comportar en presencia de hombres que no conoces bien..."
Jamaica
nos lleva de la mano por la letanía de consejos de una madre en su cuento
"girl". Poco a poco nos invade el color y la música de una tierra, de
una época de una tradición: un mandato se trasluce y define con precisión: un lenguaje que nos sujeta. Jamaica
es escritora, es extranjera, su letra vuelve a esa patria: el lenguaje de la
infancia. Allí se construye la mujer que reescribe su historia como leemos en
su libro "Lucy":
“Mi pasado era mi madre. Podía oír su voz, […] me hablaba
en un lenguaje que cualquier mujer puede entender. Era innegable que yo era
eso, una mujer. Oh, tenía gracia, me había pasado tanto tiempo diciendo que no
quería ser como mi madre, que había perdido de vista lo fundamental: yo no era
como mi madre… era mi madre”
Como
dice Andrés Ugueruaga sobre el texto de Jamaica: "Sea cual fuere la causa, la infancia es un país del cual
somos exiliados y al que nunca podremos regresar en realidad y como en casi
todo exilio adonde vayamos llevaremos con nosotros la impronta y la nostalgia
de esa tierra primera.”
Beatriz Fiotto