martes, 18 de julio de 2017

FOTOGRAFIA Y DISTANCIA




"si tus fotos no son lo suficientemente buenas 
es porque no te has acercado lo suficiente" 
Robert Capa







                Cuando Valerio Bispuri[1] es consultado por la óptica que usa para hacer sus fotografías de cárceles,  responde que la distancia desde la que saca sus fotos es la de un brazo extendido.
Valerio elige estar cerca. Definir bien sus primeros planos, mostrar desde la intimidad de la cercanía. Una intimidad incómoda por próxima.

                ¿Desde dónde se sacan las fotos, cómo se hace el acercamiento, qué distancia se representa entre el observador y el objeto fotografiado?
                Hay una decisión más o menos consciente en la distancia desde la que nos posicionamos a la hora de fotografiar. Y si bien no es siempre la misma, hay un denominador común, algo que será parte del estilo o el sello personal, o la estética a lo largo del ejercicio fotográfico, de la producción de obras.

                Esta decisión también está en juego en la sinergia que se genera con el objeto/sujeto. Juegan la empatía, las emociones, el vínculo, la confianza más allá de las prestaciones técnicas del equipo que bien puede superar las dificultades y darnos acercamientos que no comprometen la intimidad. No importa: es qué tan íntima queremos  o podemos hacer una foto. Y no ya la foto del ser amado o  deseado, sino de ese otro que nos posiciona en otro lugar. Entonces, en la elección de la distancia, expresamos nuestro posicionamiento y nuestra inclinación hacia aquello de lo que estamos hablando.

                Pensar ese otro al que nos acercamos pero al que nunca llegamos, que no se alcanza y sin embargo traemos a la intimidad en la composición y el encuadre, al que en la fotografía y sólo ahí quizás, podemos mirar a los ojos, observarlo. Pensar ese momento, ese instante de espacio y tiempo de abolición por medio de la mirada de las diferencias.

Georges Didi-Huberman[2] refiere:

"Pensemos en esa palabra, a menudo empleada, rara vez explicitada, cuyo espinoso y polimorfo valor de uso nos legó Walter Benjamin. Me refiero al aura. "Una trama singular de espacio y tiempo" (...),(1) es decir, propiamente hablando, un espaciamiento obrado, y hasta labrado, podría decirse,(2) tramado en todos los sentidos del término, como un sutil tejido o bien como un acontecimiento único, extraño, que nos atrapara, nos asiera en su malla. Y que terminara por dar origen, en esa 'obra' o en ese alcance de la visibilidad, a algo así como una metamorfosis visual específica, emergente de ese mismo tejido, de ese capullo -otro sentido de la palabra Gespinst- de espacio y tiempo. El aura sería entonces como un espaciamiento obrado y originario del mirante y el mirado, del mirante por el mirado. Un paradigma visual que Benjamin presentaba ante todo como un poder de la distancia: "Única aparición de una lejanía, por más cercana que pueda estar"."


                    Diane Arbus[3], fotógrafa neoyorquina, en los años 60 realiza retratos de personas marginales: enfermos mentales, gigantes, fenómenos de circo, prostitutas,  familias disfuncionales.  Ante  la cámara, mirando de frente, con un flash que los descubre en detalle, mostrando sus defectos, dándoles relieve o mostrando "lo normal" en un gesto o mueca monstruosos como puede ser el dolor.
Dice Francois Soulages[4] sobre Diane Arbus:
" Es una visión del mundo, público, exterior, impersonal y universal y una mirada privada, interior, personal y singular, la del artista que crea un mundo"
                   Quizás podemos pensar la distancia en las fotos de Arbus como la del espejo que la refleja, donde ella se acerca al punto de estar mostrándose  a sí misma, de reflejar sus inquietudes y sus sombras. De manera sutil, un tanto velada. Un único tema, toda su importancia. Sin matices ni rodeos. Allí de frente, interpelando, diciendo "aquí estoy yo"
Agrega Soulages:
"Frente a la insensatez y la locura reveladas e indicadas por sus fotos, no es posible dejar de pensar en la vida de esta fotógrafa. Por lo demás, un fotógrafo se fotografía siempre a sí mismo cuando fotografía al otro"
"Las fotos de Arbus nos la designan en carne y hueso luchando entre la vida y la muerte"
"Por último, Mujer portorriqueña con lunar (1965) parece ser una repetición de la propia Arbus. Arbus es uno de los fotógrafos que mejor supo hacer autorretratos a partir de las fotos de los otros. En efecto, en esa foto notable, uno cree reconocer a la fotógrafa: esa belleza mezclada con la angustia, ese pelo despeinado que rodea ese rostro y lo torna casi autónomo y mutilado del resto del cuerpo, esos labios enormes que parecen vacilar entre el goce y el espanto, esos ojos negros que miran fijamente e inquietan a uno, esos interrogantes que lanza esa cabeza: "¿Quién soy? ¿Quién eres? ¿Qué es el mundo?. Rostro de un ser vivo que piensa en la muerte o rostro de un ser que va a morir y que piensa en la vida: por lo demás ¿hay alguna diferencia? En todo caso, ¿no es lo que Arbus, mejor que cualquier otro vio, vivió y mostró? La vida y/o la muerte en la modernidad constituyen el sujeto omnipresente de las fotos de la artista."




Beatriz Fiotto
Colaboración en la nota: Laura Rivera




[1] Bispuri, Valerio. Fotógrafo, nació en Roma en 1971. Publicó "Encerrados" ensayo fotográfico sobre las cárceles de América Latina.
[2] Georges Didi-Huberman. Del capítulo "La doble distancia" en: "Lo que vemos, lo que nos mira"
(1) W. Benjamin, "Petite histoire de la photographie" (1931) (...)
(2) Cf. la correspondencia de T. W. Adorno y W. Benjamin sobre la cuestión del aura como "huella del trabajo humano olvidado en la cosa": W. Benjamin, Correspondance, (…) (Trad. Cast.: Correspondencia 1933-1940, Madrid, Taurus, 1987).

[3] Arbus, Diane Fotógrafa. Nueva York 1923 -1971
[4] Soluages, Francois en Estética de la Fotografía

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